jueves, 27 de junio de 2013

Tipos de noviazgo

El madrugador
Aquí no aplica la frase al que madruga Dios lo ayuda. El noviazgo madrugador se refiere a aquellos novios que todavía son muy cha­vitos y les falta una verdadera inmensidad de tiempo para casarse (porque todos sabemos que el noviazgo es una etapa de conocimien­to y aceptación donde la pareja se prepara para un posible matrimonio).
Aún les falta terminar la secundaria, la preparatoria, la carrera y trabajar unos dos  años, mínimo, para juntar algo de dinerito. Haz cuentas... He aquí que nos topamos con noviazgos de cinco, seis, nueve años, lo cual, aunque no lo creas puede ser un tanto per­judicial, porque a veces se brincan etapas a las que más tarde querrán regresar, y porque cuando las cosas se vuelven más monótonas y aburridas, uno de los dos puede hartarse y dejar al otro por alguien más.
Consejo: tómalo o déjalo...
Si todavía estás en la secundaria o en la pre­paratoria, es decir, entre los 12 y los 18, me­jor no te involucres en nada demasiado serio. Sal con amigos, diviértete y date la oportuni­dad de conocer. De esta manera podrás sa­ber exactamente a qué le tiras, qué tipo de noviazgo quieres y cuáles son las cualidades que consideras indispensables en tu pareja. Sólo así tendrás un punto de comparación.
Acuérdate de esto: algún día, tarde o temprano, te llegará el momento de tener no­vio o novia; sin embargo, ahora es tiempo de hacer amigos, de conocer gente, de divertirte sanamente... no lo cambies por algo que de todos modos llegará.

El “nada que ver”
Ve tú a saber porqué se hicieron novios estos dos, pero la verdad es que no tienen nada en común: gustos, costumbres, creencias, edu­cación, clase social, puntos de vista, amista­des, familias, etc. Tal vez se hicieron novios porque se sintieron atraídos por la superficie de la otra persona: me gustó su sonrisa, me fascina su mirada, es guapísimo o está muy bonita; pero en el fondo piensan diferente con respecto a cuestiones importantes como: el respeto a la vida, el noviazgo y las relaciones prematrimoniales, las creencias religiosas, el trabajo, la familia, etc.
Consejo: Tómalo o déjalo...

Cuando la pareja no tiene intereses en común y no posee la disposición de desarrollarlos; cuando no son capaces de compartir juntos ni los rayos del sol; cuando cada uno jala por su lado sin prestar atención al otro... sobra decir que el truene es inminente y necesa­rio. No olvides que el noviazgo es una época para compartir y convivir.

El “derrama-miel”
Se le llama así porque la pareja es muy em­palagosa, es decir, no puede estar ni un mo­mento sin tocarse. Siempre que los ves están abrazados, dándose besitos, diciéndose co­sitas al oído y, sobra decirlo, siempre están de manita sudada. Esto no está del todo mal porque, como en cualquier noviazgo, exis­te la atracción física; sin embargo, es muy importante que detrás de esa atracción un tanto superficial, se desarrolle una atracción mucho más profunda, una atracción emo­cional. Porque, ¡oh, desilusión!, la pasión del inicio reduce con el tiempo y si no hay nada más que sostenga la relación, si en el no­viazgo sólo había identificación física, enton­ces el cortón está a la vuelta de la esquina.
Consejo: tómalo o déjalo...
Al principio, todas las relaciones tienen su etapa de derrama-miel, pero si ya llevan va­rios meses juntos y cada vez que se ven es sólo para tocarse y sentir bonito; si no han hablado seriamente entre los dos, ni se cono­cen con profundidad porque han estado muy ocupados derramando miel por todos lados; entonces, temo decirles que lo suyo es pura atracción sexual y no les interesa ni un comi­no lo que el otro piensa.
Tarde o temprano, el atractivo se acabará y, créeme, también el noviazgo. Una relación así no vale la pena, sobre todo si tomas en cuenta los riesgos que corres al involucrarte con alguien que sólo te quiere por tu físico: pueden comenzar una relación sexualmente activa y entonces es muy probable que ocu­rra un embarazo. Y todo porque no quisieron echar a perder la pasión del momento, pero echaron a perder su vida y tal vez la de otro ser inocente.

El masoquista
Es el tipo de relación donde los novios se pe­lean más tiempo del que están en paz. No pueden entablar ninguna conversación sin que ésta termine en una horrible discusión. Siempre se la pasan reclamándose, gritándose, lastimándose... es decir, una constante sensación de infelicidad.

Consejo: tómalo o déjalo...

Analiza: ¿tu relación te produce más lágrimas y preocupaciones que risas y momentos de alegría? Si es así, entonces es el momento de salir corriendo... ¡pero ya! Quien te ama de verdad, sólo desea tu bien y no busca hacer­te sufrir; por el contrario, hace todo lo posible para verte feliz en cualquier momento.

El súper héroe
Digamos que uno de los dos se la pasó ren­tando las películas de superman durante toda su niñez y, como consecuencia de este exce­so de heroica fantasía, ahora el susodicho o susodicha creen fervientemente que ellos son algo así como la salvación para su pareja.
Bueno, hablando en serio, este tipo de noviazgo es más común de lo que crees. Sucede cuando te enamoras de alguien con problemas ya sea físico o emocional y quie­res resolvérselos o ayudarlo a sentirse mejor. Yo lo veo mucho en chavas que se enamoran del típico niño rebelde, ya sabes: fumador empedernido, borrachín, mujeriego, incluso hasta medio drogo. Ellas juran que lo van a hacer cambiar, que su amor le va hacer en­derezar el camino... ¿Cómo puedes saber si eres un novio súper héroe? Fácil. Nada más pregúntate cómo ves tú a tu pareja. Si la ves igual que tú, con defectos y cualidades normales, en­tonces andamos bien; si la ves por debajo de ti, como alguien con muchos problemas, baja autoestima, problemas de actitud, que necesita que alguien le ayude urgentemente, entonces ya tienes bien puesto tu disfraz de súper héroe.
Consejo: tómalo o déjalo...
Sin ánimos de ofender, sólo tengo tres pa­labras para los novios súper héroes: ja ja ja. Es muy difícil que sólo el amor haga que una persona con problemas graves cambie; para esto hace falta terapia, fuerza de voluntad y que la persona desee cambiar. No te ha­gas bolas ni imagines que eres batichica o el hombre araña porque no lo eres. Eres una persona común, con necesidades comunes y cualidades comunes; mientras no tengas una capa mágica que te haga volar por el es­pacio o unos poderes sobrenaturales, estas llamada a tener un novio normal, con defec­tos normales; alguien que sea capaz de darte seguridad y confianza a ti también.
El amiguero
Es el típico espécimen que trata a su novia(o) como si fuera uno más del grupo de amigos. Nunca tiene tiempo para su pareja porque prefiere andar con sus amigos en el reventón; y si la novia o el novio se molesta por esta situación...¡¡¡aguas!!!... se desata la tercera gue­rra mundial porque el individuo en cuestión argumenta que no tiene libertad, que la pareja solo quiere acapararlo, que necesita su pro­pio espacio y no sé cuantas cosas más. He aquí que la pobre incauta tiene que aguantar­se las horas de parranda con los amigotes de su novio porque no hay otra forma de pasar tiempo con su amorcito.
Consejo: tómalo o déjalo...
Si al leer estas líneas te zumbaron los oídos y sentiste como si un enorme dedo índice te apuntara directamente a la cara... quiere decir que hubo una identificación entre tú y este tipo de noviazgo. Si tú eres la víctima de la situación, es decir, si tienes que aven­tarte el maratón cada fin de semana con los amigos de tu novio o la amiguitas de tu niña, es preciso que hables claro con tu pareja y le expliques que el noviazgo es algo más que una simple amistad. La etapa de noviazgo se caracteriza por el conocimiento profundo de la otra persona a fin de que sepamos con cla­ridad si deseamos pasar con ella el resto de nuestra vida. Esto no se puede lograr si no salen solos de vez en cuando y platican de cosas importantes para los dos.
El peor-es-nada
De repente, como si se tratara del rotavirus, todas tus amigas y amigos empiezan a salir con chavos y chavas y empiezan a formarse las parejitas de novios. Tú, cual témpano de hielo en medio del océano, sigues sin pes­car ni los rayitos del sol. Es por eso que caes redondita con el primer incauto que te diga palabritas de amor al oído.
Es normal que te sientas un poco aisla­da porque todas tus amigas o tus cuates ya tienen pareja. Créeme que conozco por ex­periencia la pesadilla de llegar a una fiesta y estar solita porque todos andan acompaña­dos y a ti nadie te hizo el favor de avisarte que era una cena de parejas. Lo que no es normal es que te lances a iniciar una relación de noviazgo sólo porque te sientes urgida o urgido, según sea el caso. Sería muy injusto para tu pareja, ¿no crees? Peor aún, ¿cómo te sentirías si tú fueras el peor-es-nada de otra persona?
Consejo: tómalo o déjalo...

Es hora de que revises con profundidad cuál es tu concepto de noviazgo y qué esperas de una relación de pareja. Si lo que buscas es simplemente compañía para no sentirte tan solo, es mejor que le digas adiós a esa novia o a ese galán... no estás siendo justo y eso no se vale; tarde o temprano te vas a arrepentir y será más difícil terminar la relación. Busca más amigos, sal a pasear con ellos. Recuerda que un noviazgo va más allá de la compañía o la amistad; un noviazgo es un compromiso de aceptación, respeto y amor.

El carcelero
No tengo ni la menor idea de cómo se siente estar en la cárcel pero no hay que tener mu­cha experiencia en esos asuntos para asegu­rar que ninguno de los que ya han pisado ese terreno desea volver ahí. Imagínate lo horrible que ha de ser estar vigilado las 24 horas del día, no hacer nada a tu antojo, vivir con el te­mor de que te vayan a castigar por algo que tú ni hiciste, etc. Escalofriante ¿verdad? Pues me temo que esto pasa más allá de los muros de una prisión.
Es muy común ver a jóvenes (hombres o mujeres) que se encuentran esclavizados a una pareja que no les permite hacer nada por temor a que se vaya de su lado. Esto es pura falta de confianza en la otra persona y una relación de noviazgo no puede crecer y fortalecerse si no cuenta con la base de la confianza mutua.
Fíjate bien, cuando se trata de un novio carcelero: No la deja salir con sus amigas porque dice que nada más salen a ligar; no la deja ponerse ropa ajustada o que resalte sus atributos corporales; no le gusta que se ma­quille y que se ponga bonita; se convulsiona si se entera que su novia habló por teléfono con un amigo (hombre, por supuesto) y, to­davía peor, le da una embolia cerebral si se entera de que vio a su ex novio y que platicó con él.
Si se tratara de una carcelera: Quiere sa­ber en dónde y con quién esta su novio las 24 horas del día; no soporta que tenga amigas; se muere de la rabia cada vez que sabe que la ex de su novio está en el miso lugar que él y lo amenaza con dejarlo si se le ocurre saludarla; se pone verde del coraje cuando al niño se le ocurre decir que Christina Aguilera está muy bonita o que Britney Spears tiene un cuerpazo; organiza un complot con sus amigas para estar vigilando a su novio todo el día; checa la cuenta de correo electrónico de su galán sin que éste se entere; etc. etc.

Consejo: tómalo o déjalo...

Si tú eres el del complejo de carcelero, es mejor que analices tu autoestima. El proble­ma es que crees que no eres lo suficiente­mente bueno o atractivo para mantener a tu pareja a tu lado y te sirves de muchas arti­mañas para retenerla contigo; sin embargo, tu juego te va a perjudicar porque a nadie le gusta estar con alguien que duda de sí mis­mo y de su pareja. Cada quien es como es y tiene una personalidad y estilo propios; no destruyas la personalidad de tu pareja sólo porque tienes miedo de que alguien más te la vaya a arrebatar. Habla con ella o con él y cuéntale tus miedos, vas a ver que te vas a sentir mejor contigo mismo y vas a confiar mucho más en ella.

El “a todo dar”...
¿Qué te podré decir de este noviazgo? Es el mejor de todos. Es desinteresado, porque no pide nada a cambio de lo que da; es sincero, porque se muestra tal cual es; es respetuoso, leal, maduro, alegre, hay libertad y confianza y, sobre todo, fidelidad total.
Es aquella relación en donde sólo te in­teresa hacer feliz al otro, donde te preocupas por sus problemas y te alegras de sus éxitos como si fueran tuyos. Es el noviazgo en don­de los dos se ayudan a ser mejores y son el uno para el otro, testimonio de pureza, amis­tad, sinceridad y coherencia. Conocen los defectos del otro, pero los aceptan y luchan para convertirlos en cualidades.

Consejo: tómalo o déjalo...

¡Adelante! Si siguen así, las cosas van a fun­cionar de maravilla porque juntos saben di­vertirse sanamente; tienen muchos puntos en común, no sólo se gustan físicamente, sino que también se atraen emocionalmente; su comunicación es excelente y tienen planes y proyectos que los involucran a ambos. Bueno, hay muchos estilos de noviazgo que no están aquí desarrollados pero lo im­portante es que analicen su noviazgo, vean si pueden mejorar como personas y como pa­reja y ¡aprendan a amar de verdad!

No hay comentarios:

Publicar un comentario